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El sello Eco-Prowine reconoce a 18 bodegas españolas sostenibles en toda la cadena de elaboración

Después de 4 años de investigación con más de 90 bodegas participantes de toda Europa, ya son 18 las bodegas españolas que han conseguido la certificación Eco-Prowine. Reconoce a aquellas bodegas y productores que demuestran la sostenibilidad de sus productos de la uva a la botella.

Fundación Circe relanza en España el sello Eco-Prowine, una certificación propuesta hace años y que reconoce a aquellas bodegas y productores de vino por sus acciones para contribuir a la mejora de la sostenibilidad a nivel ambientaleconómico y social del sector vitivinícola europeo. Se obtiene a través de una metodología propia de benchmarking con los resultados de la evaluación de las bodegas, siempre y cuando la bodega mejore el impacto con respecto a la media europea en términos ambientales.

Eco-Prowine ofrece un marco de evaluación que promueve un modelo de mejora continua con el fin último de alcanzar la sostenibilidad del sector, sin que ello signifique alterar la calidad del vino. Gracias al benchmarking, los productores se comparan con la media del sector, en términos de impactos ambientales, económicos y sociales de la elaboración de sus productos, permitiéndoles actuar en consecuencia para mejorar su sostenibilidad. Los consumidores, al reconocer el logotipo en botellas, sabrán que se trata de un producto que proviene de una bodega responsable y comprometida en la que se ha invertido esfuerzo y emprendido una serie de acciones para mejorar su sostenibilidad.

Esta certificación se obtiene tras superar un análisis en el que las bodegas deben demostrar que están por debajo de la media de referencia europea, y las obliga a comprometerse a mejorar el comportamiento sostenible de sus procesos cada año. Dicho análisis comienza con una evaluación detallada del viñedo y la bodega, mediante un cuestionario que sirve para la elaboración del inventario de los distintos flujos materiales y energéticos, y costes asociados, de entrada y salida en el año a certificar. Después se obtiene un indicador global ambiental. Si es inferior al valor de referencia europeo y se cumplen con los criterios económicos y sociales de referencia, el productor obtendrá la etiqueta.

Durante el análisis se identifican las áreas problemáticas, es decir, aquellas que tienen un mayor impacto ambiental durante el proceso de elaboración del vino, desde el viñedo hasta el embalaje, atendiendo a aquellos inputs que tienen mayor potencial de disminución de impactos ambientales y los costes medios de producir cada botella. Una vez superado el estudio, se entrega la etiqueta y una guía de buenas prácticas sobre cómo y en qué formato usarla para las botellas de vino, embalaje, folletos, páginas web, publicidad, etc. Esta certificación tiene una validez de dos años y ya se han reconocido a 18 bodegas españolas.

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