Familia Torres finaliza la vendimia de sus fincas
Los trabajos concluyeron con la recogida de la variedad ancestral pirene en Sant Miquel de Tremp, situado en el Prepirineo leridano.
Familia Torres dio por acabada durante la pasada semana la vendimia en sus fincas de Cataluña, con la recogida de la variedad ancestral pirene en Sant Miquel de Tremp, que se ubica en el Prepirineo leridano a una altura de 950 metros. Esta es una de las diferentes diversidades que ha recuperado la bodega familiar y por la que está apostando como solución al cambio climático ya que es de maduración tardía y resistente a las altas temperaturas y la sequía. La pirene se ha adaptado especialmente bien a la viticultura de montaña, que va ganando protagonismo a medida que aumentan las temperaturas por la calidad de la uva y frescura de los vinos.
La vendimia finalizó unos días antes que en 2019, aunque se había iniciado con más de una semana de adelanto, el pasado 19 de agosto. La de este año ha sido una cosecha técnicamente compleja, condicionada por la meteorología durante el período vegetativo de la planta: el invierno cálido provocó una brotación adelantada que expuso a la viña a las heladas del mes de marzo, afectando especialmente a los viñedos del Alt Penedès; mientras que las lluvias abundantes en primavera propiciaron el desarrollo del mildiu, que hizo mermar la producción. Un hecho que se agravó con la sequía de los meses de verano.
La mayor parte de la uva procedente de las fincas que Familia Torres tiene en las denominaciones del Penedès, Priorat, Conca de Barberà y Costers del Segre entró en bodega antes del 30 de septiembre. Durante la primera quincena de octubre, se terminaron de vendimiar los viñedos más fríos y variedades más tardías, como la finca de Mas de la Rosa en el Priorat, con la variedad ancestral forcada en el Alt Penedès o con la pirene en Tremp que ha cerrado la campaña. Los equipos de viticultura y enología de Familia Torres han trabajado intensamente en la selección de la uva, tanto en el campo como en la bodega, para asegurar las mejores condiciones del fruto. «Este ha sido un año atípico en muchos sentidos, pero estamos satisfechos con la cosecha y con la calidad que muestran los primeros vinos. Un año más, una variedad ancestral, en este caso la pirene cierra la campaña lo que demuestra su potencial para afrontar el futuro, condicionado por el cambio climático», apunta Miguel Torres, director general de Familia Torres.