
Hay vinos que no necesitan excusas. Que entran frescos, suaves, divertidos… y que alegran cualquier sobremesa, cualquier tarde con amigas, cualquier plan que pida algo especial. Así es el nuevo Lote Dulce Encuentro, una combinación tan inesperada como irresistible: tres botellas de Libalis Frizz y tres botellas de El Marido de mi Amiga.
Dos vinos distintos, pero con un mismo espíritu: sorprender, gustar y dejarte con ganas de otra copa. Aquí te los presentamos, como se merecen.

Libalis Frizz: la chispa del moscatel ecológico
Variedad: Moscatel de Grano Menudo
Viñedo: Finca Zarcillo y Finca Mejorana (Calahorra)
Grado alcohólico: 5,5% Vol.
Libalis Frizz es la alegría embotellada. Un vino blanco afrutado, ligero y burbujeante que nace en viñedos ecológicos de Calahorra, donde la salinidad del suelo y el bajo rendimiento dan uvas intensas y llenas de carácter.
Tras una vendimia nocturna y una maceración en frío, el vino se fermenta hasta alcanzar apenas 5,5 grados de alcohol, dejando parte de sus azúcares naturales y un toque de carbónico que lo convierte en un frizzante fresco y encantador.
¿A qué sabe?
A fruta blanca, a flores, a verano. En boca es goloso sin empalagar, con ese punto de burbuja que hace que cada sorbo sea más divertido que el anterior. Una opción perfecta para los que buscan algo diferente, fácil de beber y con mucho estilo.
Ideal para: aperitivos con amigas, postres ligeros, brunch o para brindar “porque sí”.
El Marido de mi Amiga: un blanco semidulce con nombre y alma propia
Variedades: Tempranillo Blanco, Malvasía y Sauvignon Blanc
Grado alcohólico: medio
Estilo: blanco semidulce equilibrado
No solo llama la atención por su nombre. Este vino blanco semidulce tiene una elaboración cuidada al detalle: fermentación separada por variedades, azúcar residual natural del Sauvignon Blanc y equilibrio entre dulzura, acidez y volumen en boca. El resultado es un blanco versátil, sabroso y muy expresivo.
¿Qué lo hace especial?
Su nariz es un cóctel de fruta de hueso, toques tropicales y notas exóticas como el litchi. En boca sorprende con una entrada dulce, paso ligero y un final que refresca y convence. Es de esos vinos que se sirven fríos y que desaparecen de la mesa antes de lo previsto.
Ideal para: sushi, quesos potentes como el azul, foie o repostería de autor.
Dos vinos, un plan: el Lote Dulce Encuentro
Este lote está pensado para quienes quieren disfrutar sin complicarse. Para quienes creen que un vino dulce también puede ser elegante, divertido y fácil de compartir. Ya sea en una cena informal, una comida especial o una tarde de confidencias, Libalis Frizz y El Marido de mi Amiga forman el tándem perfecto.
6 botellas (3 + 3) para tener siempre a mano una buena excusa para brindar. Porque a veces, el mejor maridaje es una buena conversación y una copa bien fría.
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