La D.O. alavesa protagonizó una jornada técnica en el espacio La Caníbal, donde periodistas y prescriptores analizaron la evolución de una denominación que apuesta por la innovación, el viñedo de pequeña escala y las elaboraciones de largo recorrido.

Un territorio singular con vocación de vanguardia
Madrid acogió recientemente una jornada profesional dedicada a la D.O. Arabako Txakolina, una de las zonas vinícolas más dinámicas y singulares del panorama actual. El encuentro tuvo lugar en La Caníbal, un espacio alineado con el discurso del origen y el territorio, donde se analizó la realidad de una denominación que, con apenas 97 hectáreas de viñedo, demuestra que el tamaño no limita la ambición cualitativa.
La sesión contó con la participación de Mariano Álava, presidente del Consejo Regulador; el divulgador José Ignacio Junguitu; y los bodegueros Kerman Álava (Artomaña Txakolina) y Maura Verástegui (Torre de Murga – Txikubin), quienes profundizaron en el cambio de paradigma que vive el txakoli alavés.
Análisis técnico: De la frescura atlántica a la enología de vanguardia
El despliegue de referencias permitió constatar la diversidad estilística que convive hoy en la denominación, marcada por una enología menos intervencionista y un trabajo preciso en viñedo.
Bodega Txakoli Artomaña Presentó sus vinos Eukeni y Kiriki, que definen el perfil clásico renovado de la casa. No obstante, el foco técnico se situó en sus elaboraciones especiales: el tinto Larrain, el sorprendente Larrain Vendimia Tardía (fruto de un acierto técnico tras una sobremaduración) y el espumoso Aparduna, que reafirma el potencial de la zona para las segundas fermentaciones.
Bodegas Torre de Murga – Txikubin Mostró la precisión del Txikubin Blanco, un vino de marcado perfil gastronómico. Sus espumosos de método tradicional, el 13 Estrellas Brut Nature (Hondarribi Zuri) y el Brut Nature Rosé (Hondarribi Beltza), destacaron por su limpieza y una acidez vibrante ideal para la alta hostelería.
Exploración de estilos: Crianzas, Orange Wines y Velo de Flor
La cata continuó con vinos que rompen los esquemas tradicionales del txakoli:
- Bodegas Beldui: Sus Beldui Crianza (Blanco y Tinto) confirmaron que la integración de la madera tiene pleno sentido cuando el origen es un viñedo con estructura.
- Bodegas Tantaka: Juanjo Tellaetxe presentó el Tantaka Blanco y Tinto, además del Orange Wine Tantaka Extremaunción, una elaboración extrema que refleja la libertad creativa de la D.O.
- Bodegas Astobiza: Presentó su Blanco en Mágnum y su Rosado (50% Hondarribi Zuri y Beltza). El cierre lo puso Malkoa 2018, un txakoli de guarda profundo que desmantela el mito del consumo inmediato.
- Bat Gara (Txema Gotxi): La elegancia de la Hondarribi Zuri se mostró a través de Urtaran (criado en barricas de castaño) y su versión de 18 meses en roble francés. La nota más singular fue Aromas del Sur, una interpretación libre con velo de flor durante 8 meses en barricas de cerezo.

Identidad y futuro sostenible
Esta jornada confirmó que Arabako Txakolina ha consolidado un discurso propio ligado al desarrollo rural y a la sostenibilidad. El trabajo del pequeño elaborador está logrando vinos de alto nivel, capaces de dialogar con técnicas complejas —como el velo de flor o las largas crianzas— sin perder la identidad de un territorio atlántico excepcional.
