Un reciente estudio metodológico publicado en el Journal of Wine Economics cuestiona las bases científicas de quienes afirman que «no existe un nivel seguro» de consumo, señalando que la evidencia actual no es concluyente.
El mito del «nivel cero»: La ciencia bajo la lupa
En los últimos años, el sector vitivinícola ha asistido a una creciente presión institucional basada en la premisa de que cualquier consumo de alcohol es perjudicial. Sin embargo, una investigación de la Universidad de Pisa publicada en 2025 concluye que la afirmación «no hay un nivel seguro» no está suficientemente respaldada por el conocimiento científico actual.
El estudio recuerda que, durante décadas, la literatura científica ha mostrado efectos neutros o incluso protectores del consumo moderado —una o dos copas al día— frente a enfermedades cardiovasculares y diabetes.
¿Por qué se ataca al consumo moderado? Sesgos detectados
Los investigadores exponen que gran parte de la narrativa actual contra el vino se basa en estudios con fallos metodológicos estructurales:
- Sesgo de publicación: Existe una tendencia documentada a publicar resultados que muestran efectos negativos, mientras que los datos que no encuentran riesgos en el consumo moderado suelen quedar en el cajón.
- Falta de distinción entre bebidas: Solo el 2% de los artículos analizados diferencia entre el vino y otros destilados, ignorando las particularidades del vino como alimento dentro de la dieta mediterránea.
- Variables clave ignoradas: Muchos estudios que culpan al alcohol no tienen en cuenta la dieta, el ejercicio o la situación socioeconómica de los sujetos, lo que distorsiona los resultados.
- Imposibilidad de ensayos reales: Al no poder realizar experimentos clínicos forzados a largo plazo por razones éticas, la ciencia se basa en observaciones que no pueden demostrar causalidad directa en niveles bajos de consumo.
Prudencia frente al dogmatismo
El informe concluye que es incorrecto afirmar desde un punto de vista científico que cualquier dosis de vino es insegura. Ante la falta de pruebas claras, los autores sugieren que la ciencia simplemente no puede determinar un límite exacto y que, por tanto, las políticas públicas no deberían basarse en supuestos inciertos que dañan injustificadamente a la cultura del vino.
