Un análisis exhaustivo de 17 años revela que el gasto de los turistas internacionales es clave para reactivar el consumo de vino en Europa, aunque el efecto no es inmediato y depende de alcanzar un nivel de gasto crítico.
El desafío del consumo en el viejo continente
Europa sigue siendo el epicentro mundial de la cultura del vino, representando el 64% de la producción global. Sin embargo, el sector enfrenta un reto estructural: el consumo en la Unión Europea ha caído de 130 millones de hectolitros en 2005 a unos 100 millones en 2023.
Turismo internacional: El efecto no lineal
La investigación, que abarca datos de 19 países europeos entre 2005 y 2021, arroja una conclusión fascinante sobre el turismo internacional:
- Relación en forma de «U»: El gasto de los turistas extranjeros muestra un efecto no lineal en el consumo de vino.
- El umbral crítico: Inicialmente, un pequeño aumento del turismo extranjero puede no elevar el consumo de vino local (posiblemente por falta de familiaridad o infraestructura), pero una vez que el gasto cruza un «umbral crítico», el consumo comienza a subir significativamente.
- Turismo doméstico: Curiosamente, el estudio no encontró un impacto significativo del gasto de los turistas nacionales en el consumo agregado de vino en sus propios países.
Sensibilidad al precio y comportamiento del consumidor
A pesar de que el vino suele posicionarse como un producto de lujo o experiencia, los turistas europeos siguen siendo sensibles al precio.+1
- El estudio confirma una relación negativa significativa entre el índice de precios del vino y su consumo: cuando el precio sube, la demanda total tiende a bajar.
- Esto sugiere que, para el mercado general de turistas, el vino no siempre se comporta como un «bien Veblen» (donde el precio alto aumenta el deseo por estatus), sino que el valor y la competitividad siguen siendo cruciales.
Implicaciones para el sector
Para los gestores de destinos y bodegas, los resultados sugieren estrategias diferenciadas:
- Destinos establecidos (como Italia o Francia): Deben seguir apostando por la diferenciación, el patrimonio y el storytelling para atraer a ese segmento de alto gasto que impulsa el consumo.
- Destinos emergentes (como Bulgaria o Hungría): Deberían centrarse inicialmente en fomentar la demanda local y desarrollar infraestructuras que faciliten la inmersión del turista extranjero en la cultura del vino.
