Los vinos en huevos vuelven a estar de moda
Siempre ha sido de suma importancia escoger el recipiente adecuado para elaborar el vino. Tanto en la fermentación como en la crianza, dicho recipiente definirá el estilo final del vino. Incidirá en sus aromas o sabores e incluso en la textura y el volumen de boca. ¿Sabías que los primeros recipientes que se empleaban eran tinajas en forma de huevo? Su origen data de hace más de 6.000 años en Georgia y, desde hace un tiempo, algunas bodegas de la Borgoña francesa siguen utilizando este sistema, sin la necesidad de la crianza en barricas.
La forma ovoide produce un movimiento constante en el vino. Por tanto, las levaduras se mantienen en suspensión, sin entrar en contacto con el oxígeno, potenciando el carácter y la textura en boca. Los vinos nacidos dentro de los huevos logran una mayor homogeneidad. En la actualidad, productores del mundo entero que apuestan por lo natural eligen estos recipientes para la elaboración de sus vinos.
El cemento es el material ideal para expresar las características de cada lugar y de cada clima. Esta técnica permite que el vino se oxigene de tal manera que su estructura estará lista con tan solo un almacenamiento de 3 meses dentro del huevo. En 2015 las tinajas ovoides, que surgieron en Georgia, fueron declaradas Patrimonio Mundial de la Unesco.