Bodega Ramón Ramos, el sueño de vivir de la tierra y los vinos
La empresa bodeguera, situada en el municipio zamorano de Venialbo, une tradición y tecnología para elaborar vinos muy característicos.
Al amanecer de un día el sueño de una familia humilde comenzó. Ramón Ramos inició una vida en torno al vino, no sin la experiencia que su padre le había transmitido muy cercana a la viña y a los vinateros de entonces. Una bodega subterránea sirvió para dar los primeros pasos en el sector vitivinícola. Con el tiempo se fue transformando al igual que el mercado evolucionaba y los gustos de la gente cambiaban. Primero fue el mercado local, la venta de vino a los vinateros de aquella época. Poco a poco se expandió a nivel nacional, para más tarde, con la llegada de la segunda generación, expandirse por todo el mundo.
La vieja bodega descansa hoy como museo y ha dado paso a la modernización de las nuevas instalaciones, pero manteniendo ese carácter tradicional de elaborar. Mientras tanto, los viñedos iban premiando con las mejores uvas para hacer en la actualidad vinos que se exportan a América, Asia, Europa, Oceanía y también a pequeños rincones de España donde la gente se sienta a disfrutar de un buen vino de bodega Ramón Ramos.
Tradición y tecnología
El tiempo y la temperatura son dos factores que influyen mucho en la calidad de un vino. Desde el principio de los tiempos se procuró tener el vino salvaguardado de las altas temperaturas y la luz y en unas condiciones óptimas de humedad. Nuestra bodega primitiva, que data del siglo XIII, tenía todos los argumentos necesarios y de hecho sigue teniendo, para conservar y madurar grandes vinos. Esta antigua bodega, en la que reciben visitas enológicas, ha dado muchas alegrías y de ella han aprendido cómo elaborar y cómo madurar y conservar los vinos a lo largo del tiempo.
De hecho, la segunda construcción está basada en la experiencia de las dos anteriores. Unir la tecnología moderna con el saber aprendido de los antepasados hace que sus vinos conserven el carácter de siempre adaptado a la gente de ahora. Tiempo, silencio y reposo es lo que ofrecen sus bodegas, justo lo necesario para elaborar un vino que sea capaz de mejorar el momento.
Sus viñedos
De aquellos viejos viñedos descienden los sarmientos con los que los abuelos plantaron los viñedos que hoy ofrecen la mejor materia prima. Tinta de Toro plantada en vaso en terrenos arenosos y pedregosos muy pobres en los que la producción por hectárea es muy escasa. Esos viñedos invitan a vendimiar de forma manual, vendimiar tratando a la uva como si de un hijo se tratara. La viticultura, el clima extremo tanto en verano cómo en invierno, la tradición, todo esto es único y también influye en la caracterización de sus vinos.
La edad de los viñedos está entre 20 y 60 años. También existen otros localizados con más de 100 años, pero son muy escasos. La vendimia manual permite seleccionar el fruto, una labor que influirá mucho en la calidad de los vinos. En resumen, el terruño es un protagonista inequívoco de cada uno de ellos.